dimecres, 2 de novembre del 2011

La banalitat del mal segons els Mann jrs.

FITXES ["Cuando las luces se apagan" de Erika Mann. Traducció de Carles Andreu. Ediciones Destino. 303 páginas. Barcelona, 2009]
["El libro de la Riviera" de Erika y Klaus Mann. El Nadir Ediciones. 126 páginas. Valencia, 2009.]
Nota: Dono aquest text inèdit i revisat, en la seva versió original en castellà que no es va arribar a publicar.

 Del trágico y pavoroso ascenso de la barbarie nazi extendiendo su siniestro manto por toda Europa, había de surgir una narrativa, dentro y fuera de Alemania, de la que vamos teniendo noticia en los últimos años y que resulta de obligada referencia. La de los hermanos Mann, Erika y Klaus, con altos y bajos en su obra, es una de ellas.
 Un libro que viene ni que pintado en relación a Erika y Klaus Mann es Exils méditerranéens: ecrivains allemands dans le sud de la France (1933-1941) de Ulrike Voswinckel y Frank Berninger (Editions du Seuil). La obra da cuenta de la variada documentación depositada en el Archivo Municipal de Munich (correspondencia, diarios, etc..) de la "intelligentizia" alemana que escapaba del nazismo. En este sentido el libro resulta iluminador de no pocas aristas de aquel exilio (como sucede en todos los exilios como bien sabemos los catalanes), y de sus relaciones internas y externas: no es la menor el cruce entre Klaus Mann i el médico y poeta Geotfried Benn de iniciales y conocidas ideas filonazis. En 1931, dos años antes del definitivo exilio, los dos hermanos habían escrito a cuatro manos "El libro de la Riviera" en el que los dos jóvenes experimentan la "joi de vivre". No resulta extraño encontrar el fragmento inicial de la Riviera encabezando el volumen de los "Exils...": a no tardar la Riviera se convertiría en algo muy diferente al centro de la bohemia y el arte europeo que habían imaginado.
 Si el viaje por la Riviera francesa e italiana, donde se da noticia de lo que no explicaban los "baedeker" de la época, con fragmentos tan brillantes como agudos de dos pimpollos tan inteligentes como chics - vean sino el capítulo dedicado a Cannes y los fragmentos dedicados a la moda y el "shopping" y como lo contrapuntean con la crisis econòmica que se avecinaba y que resultan de una actualitat que sorprendera -, la contrapartida la encontramos en los diez relatos de Erika Mann contenidos en  "Cuando las luces se apagan". 
 Publicados en Nueva York en 1940 la autora se dirigía a un público reacio a intervenir en la guerra. El texto adopta una estructura narrativa centrada en un ciudad media del sur de Alemania de la que se ofrecen diferentes cuadros de la vida cotidiana. Y cada uno de ellos es el testimonio elocuentísimo de lo que fue ese día a día y como les fue arrebatado por el régimen nazi. Basándose en "hechos" documentados – discursos y declaraciones de los jerifaltes del Reich, prensa de partido, discursos del Führer, ordenes y leyes gubernamentales – la autora construye historias y personajes afectados en su actividad por la estulticia intelectual y la nula catadura moral del régimen totalitario que merecen su ironía y sarcasmos: la economía, el comercio, la industria, la sanidad, la enseñanza, las leyes, el campesinado, la policía y la cuestión judía, o el periodismo. A partir de ahí cada uno de los personajes que los protagoniza, revela el carácter y la actitud del individuo  atrapado  en cada situación concreta. La autora interroga a la masa social que aupó al nacionalsocialismo al poder y lo hace sin ningún afán acusatorio. Hurga en las grietas que fueron abriéndose en las conciencias de aquellos que creyeron de buena fe en el nuevo orden enfrentados a la realidad. Y lo que  surge de todo ello es el vacío que provoca la banalidad del mal que enunciara más tarde Hanna Arendt en su libro sobre el juicio de Eichmann en Jerusalén


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